La serie Números tiene un carácter simbólico. Su nombre viene de pensar en el valor simbólico de los números según los planos de color presentes en cada pintura. ¿Cuántas pinturas de bandas de color podrían pintarse? Las posibilidades son infinitas.  

  La realidad es tan grande e inabarcable que resulta infinita, como los números, que se inician a partir del cero y no tienen fin. Sin embargo, cada unidad cuenta en sí misma, porque la diferencia entre 0 y 1 es abismal, infinita, como en el caso de los números, que entre el 0 y el 1 hay también una realidad infinita de números. Es ahí donde se marca la diferencia entre la nada y el todo, entre el ser o no ser. Cero es la nada, el vacío absoluto. Pero que exista solo uno, es decir ya que existe una realidad infinita. 

    Mi proyecto es pintar cuadros de campos o bandas de color. Especialmente de 4, pero también de 5, de 2, de 3, 7, 9 bandas... Pudiendo llegar hasta 12 . No más. ¿Cuántos podré pintar a lo largo del resto de mi vida? Mi objetivo es pintar 1000 obras. Porque 1000 es un número que simboliza lo infinito, la abundancia,  lo lleno, como es la abundancia de la creación, de la existencia, de la realidad.

Los cuadros de 2 bandas son los que he denominado Horizontes. Y encierran el simbolismo del carácter dual de la vida, material y espiritual al mismo tiempo. La vida entre el cielo y la tierra. Los cuadros de 3 franjas encierran el simbolismo del número 3, aluden a la divinidad, a la perfección divina. El 4 es el número de las cosas hechas, de lo creado (por eso la predilección por este número en este proyecto), es el número de la naturaleza, del mundo y del universo. El 5 es el número de la responsabilidad del hombre sobre todo lo que ha sido hecho, sobre la naturaleza, el medio ambiente y los demás seres y la vida. Pero también sobre sus propias creaciones; la economía, la industria, la bomba atómica, el arte... 

Estas pinturas pretenden ser en su conjunto una metáfora de la existencia, de la creación, o de todo lo que ha sido hecho. Humildemente o sencillamente, pretenden ser un muestrario de la belleza que hay en las creaciones, naturales o artificiales.

   Frente al mar, desde las playas de Cádiz y Huelva veo horizontes nítidos, bien perfilados, de luces de atardecer de primavera y de verano, o luces grises otoñales y de inviernos, cuando los horizontes se hacen más brumosos, imprecisos y difusos. Veo los horizontes desde las montañas pirenaicas, inmensidades abiertas que se extienden en todas direcciones, abarcándolo todo. En estas inmensidades se esconde el misterio del mundo. Veo el firmamento estrellado desde las atalayas del Moncayo y las del Pirineo, y descubro inmensidades aún más grandes y misteriosas. Por fin, me asomo a las profundidades de mi alma, y el mundo y el universo se hacen pequeños ante la contemplación del misterio de Dios.

   El alma, decía Aristóteles, anima al cuerpo, y por medio de sus sentidos se relaciona con el entorno, obtiene sensaciones, emociones y sentimientos de aquello que percibe, y posteriormente, aún puede recordar y pensar sobre todas esas experiencias al ser un alma racional. Pensar la dimensión sensible de la realidad es el objeto de la estética. La realidad pues, tiene un eco estético. Las imágenes nos transportan a una realidad más allá del mundo físico, la realidad de los sentimientos y las ideas, una realidad espiritual que alimenta al alma sensible. Se convierten así las imágenes en ideas y sentimientos, con tantas interpretaciones como observadores las contemplen. Para mí, los horizontes encierran un profundo misterio, aquel que se oculta al otro lado, al lado que permanece oculto a nuestra mirada, y sin embargo, está presente para los que se encuentran al otro lado. Son una preciosa metáfora visual de la vida, entre la tierra y el cielo; entre lo material y lo espiritual. ¿Se acaba todo en el ocaso del firmamento, o a partir de esa línea divisoria existe otra realidad conectada con la nuestra?

El horizonte es un hilo conductor, del tiempo y del espacio, de la luz y del color, nos conecta con lo que está más allá, y no vemos, pero ciertamente está allí. Los del otro lado ven igualmente el mismo crepúsculo, otro espectro de luz quizá, otro significado también, para ellos un amanecer que les trae el día, para nosotros un atardecer que anticipa la noche, pero son dos lados de la misma realidad; la noche, que se convierte en día al amanecer. Ejemplo de ello es Venus, al mismo tiempo lucero del ocaso y lucero del alba.

Todas las obras son originales y están realizadas en su totalidad y exclusivamente por el artista Ángel Álvarez Gandarilla.

Están realizadas con pinturas acrílicas sobre lienzo, y llevan un barniz protector contra rayos ultravioletas. Todas ellas contienen un código analógico de certificación y autentificación.

Todas las obras están firmadas al dorso,  además de contener un anagrama y un código único que garantiza su originalidad, su carácter único, y autentificación. También se acompañan de un certificado de originalidad y autentificación firmado y sellado por el artista.

Obras realizadas en colores a la cera y técnicas mixtas de acuarelas y ceras de colores.

Soporte, papel de 300 gr  Van Gogh de Royal Talens.

Dimensiones A3 / 29,7 X 42 cm.

Dibujos realizados  con rotuladores de colores, con la técnica del rayonismo. 

Sobre papel Cartridge de 130 gm.

Dimensiones 42 X 59 cm.