Aunque a simple vista hacen referencia al número de campos de color que hay en cada pintura, sin embargo, la serie Números encierra un profundo simbolismo espiritual.
¿Cuántas pinturas de 4 bandas de color podrían pintarse? Las posibilidades son infinitas. Y seguiríamos añadiendo planos, y el número de posibilidades se haría aún más grande, pero no puede ser más grande porque ya era infinito solo con las de 4 planos. Es evidente que existe una realidad, tan grande e inabarcable que resulta infinita, como los números, que se inician a partir del cero y no tienen fin. Aunque esta abundancia de la existencia no le resta valor a ninguno de los entes individuales, pues cada unidad cuenta en sí misma, porque son entes únicos, con identidad propia, irrepetibles e irremplazables, como cada día de nuestra vida, como cada uno de nosotros. Se puede reemplazar al objeto funcional, pero nunca puede ser reemplazada la existencia o la vida, de un ente individual e identitario.
Decía Pitágoras que los números representan arquetipos, y guardan relaciones de fuerzas e ideas ligadas a las energías. Todo parece ser energía, y la energía se cuantifica en números. Para Pitágoras los números son las esencias de la divinidad, y herramientas de conocimiento para entender nuestro pasado y nuestro futuro. Según Pitágoras la realidad es de naturaleza matemática. El universo entero se construye sobre los números.
Platón consideró que los números irracionales eran la llave de la física del cosmos. No hay realidad que no esté encerrada en los números. Hasta la belleza física se expresa en proporciones, ritmos y armonías numéricas, como la proporción áurea o el número de oro Phi, presente en muchas de las estructuras utilizadas por la naturaleza, y llamado así en honor a Fidias, el más famoso escultor de la antigua Grecia, porque los números y la belleza están relacionados desde la antigüedad. La belleza nos eleva a la divinidad. Y la realidad, en su percepción más profunda, física o espiritual, según Pitágoras, es de tipo numérica, porque los números encierran los misterios del origen y del destino de toda la realidad.
Cada número parece tener unos significados y también un simbolismo, además de unos encuadres geométricos. El uno, dos y tres hacen referencia al principio, y a la perfección de la divinidad. Y el cuatro, por ejemplo, es el número de la creación, de todo lo creado. Es el número que se relaciona con lo que tiene un comienzo, las cosas hechas, cosas materiales, finitas. Es el número del mundo. El cinco, es el número de la responsabilidad humana de todo lo creado. Precede al seis, que es el número del hombre, de la creación física del hombre. La suma de ambos, del cuatro y del cinco, da nueve, que simboliza la finalidad de algo; su conclusión. Dios terminó la Naturaleza el quinto día, pensó al hombre el quinto día dándole responsabilidad sobre los seres creados en la naturaleza, y el sexto día lo creó al él mismo como un ser material, natural. El séptimo día descansó; por sentirse pleno y satisfecho. Se relaciona el número 7 con la perfección de la creación, pero la perfección no es la finalidad de la creación; no hay perfección en la creación, sólo satisfacción. El nueve es el número que indica la conclusión, la culminación de algo. Las cosas hechas no son definitivas, ni perfectas, las cosas conclusas sí. El ocho, es el número que muestra la imperfección que encierra la creación, que es en verdad vanidad. Todo lo creado es vanidoso. El ocho indica un nuevo comienzo, un nuevo orden o un nuevo tiempo, una nueva dimensión: la resurrección en términos cristianos; una nueva sustancia. Con esta nueva sustancia se alcanza la conclusión de la cosas, una finalidad nueva de las cosas creadas, la trascendencia en Dios de las cosas creadas. Este es el simbolismo del nueve; la conclusión de la vida en la trascendencia de Dios. Quizá por esto la vida engendrada en el seno materno se manifiesta al noveno mes, el mes en que se concluye la gestación de esa vida.
¿Qué es esta serie? ¿Qué pretende?
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