/Paisajes del Alma. Horizontes/

   

   Frente al mar, desde las playas de Cádiz y Huelva veo horizontes nítidos, bien perfilados, de luces de atardecer de primavera, de verano, o luces grises otoñales y de inviernos, cuando los horizontes se hacen más brumosos, imprecisos y difusos. Veo los horizontes desde las montañas pirenaicas, inmensidades abiertas que se extienden en todas direcciones, abarcándolo todo. En estas inmensidades se esconde el misterio del mundo. Veo el firmamento estrellado desde las atalayas del Moncayo y las del Pirineo, y descubro inmensidades aún más grandes y misteriosas. Por fin, me asomo a las profundidades de mi alma, y el mundo y el universo se hacen pequeños ante la contemplación del misterio de Dios.

 

 "La realidad tiene un eco estético".

 "Las imágenes se convierten en sentimientos y también en ideas".

 

   El alma, decía Aristóteles, anima al cuerpo, y por medio de sus sentidos se relaciona con el entorno, obtiene sensaciones, emociones y sentimientos de aquello que percibe, y posteriormente, aún puede recordar y pensar sobre todas esas experiencias al ser un alma racional. Pensar la dimensión sensible de la realidad es lo que define a la estética. La realidad pues, tiene un eco estético. Las imágenes nos transportan a una realidad más allá del mundo físico, la realidad de los sentimientos y las ideas, una realidad espiritual que alimenta al alma sensible. Se convierten así las imágenes en ideas y sentimientos, con tantas interpretaciones como observadores las contemplen. Para mí, los horizontes encierran un profundo misterio, aquel que se oculta al otro lado, al lado que permanece oculto a nuestra mirada, y sin embargo, está presente para los que se encuentran al otro lado. Son una preciosa metáfora visual de la vida. ¿Se acaba todo en el firmamento o a partir de esa línea divisoria existe otra realidad conectada con la nuestra? El horizonte es un hilo conductor del tiempo y del espacio, de la luz y del color, nos conecta con lo que está más allá, y no vemos, pero ciertamente está allí. Los del otro lado ven igualmente el mismo crepúsculo, otro espectro de luz quizá, otro significado también, para ellos un amanecer que les trae el día, para nosotros un atardecer que anticipa la noche, pero son dos lados de la misma realidad. La noche que se convierte en día al amanecer. Ejemplo de ello es Venus, al mismo tiempo lucero del ocaso y lucero del alba.